PADRE PABLO STRAUB C.SS.R.

EL PADRE PABLO STRAUB, FUNDADOR DE LOS CONSAGRADOS DEL SANTISIMO SALVADOR.

EL PADRE PABLO STRAUB C.SS.R, FUNDADOR DE LOS CONSAGRADOS DEL SANTISIMO SALVADOR.
El Padre Pablo Straub, C.SS.R., fundador y Superior del Monasterio de Monte San Alfonso en Pie de la Cuesta, Guerrero, nació en Jamaica, Isla Larga, Nueva York, en Mayo de 1932, el segundo de cinco hijos de José Straub y Catalina Walsh, los cuales hijos de inmigrantes alemanes e irlandeses, lo llevaron a bautizar a la Iglesia Santa Mónica a los quince días de nacido. La abuela alemana, oyendo los gritos de su nieto, se permitió respirar una profecía: “Este niño viajará muy lejos y muchos oirán su voz.”

Educado por religiosas humildes en la Escuela Parroquial San Ramón, hizo su Primera Comunión a los siete años y, a los catorce años de edad, entró al seminario preparatorio de los Misioneros Redentoristas, donde durante seis años cursó humanidades, idiomas y música. En agosto de 1953, en la Fiesta de San Alfonso, se consagró totalmente a Dios con votos de pobreza, castidad y obediencia. De ahí pasó a Mount St. Alphonsus en el Valle del Río Hudson, para cursar, durante seis años, la filosofía aristotelo-tomístico y la teología de su amado San Alfonso; y fue ordenado sacerdote de Dios en el año 1958, en la Fiesta de su Patrona la Virgen del Perpetuo Socorro.

En el año 1960 sus superiores lo destinaron a América Latina. Ha laborado de misionero -alegre pregonero itinerante del Evangelio- durante 18 años en Puerto Rico, cinco años en el Perú y Colombia y medio año entre los callejones y casuchas de los más pobres en el Tundó, Manila, pregonando en el idioma filipino que la Familia que reza unida permanece unida.

Los caminos del Evangelio llevaron al Padre Pablo también a la República Mexicana. En el año 1974 pasó cuatro intensos meses en las calles de Mexicaltzingo, D.F., predicando la Cruzada de Oración en Familia. Peregrinaba continuamente a la cima del Tepeyac; y, cada vez que sus labores apostólicas se lo permitían, iba los sábados por la tarde a Silao, Guanajuato, y de ahí caminaba de noche, los veinte kilómetros hasta el Cristo Rey en la cima del Cubilete.

Poco antes de las Navidades de 1974 el Padre Pablo, agotado y agobiado de muy fuertes labores apostólicas, vino otra vez de Puerto Rico a México; vino de peregrino. Fue en camión a Teotihuacán, llegando de noche para pedir alojamiento a una desconocida familia mexicana; al otro día ofreció la Santa Misa por la familia. Luego, orando en el corazón, se subió a la Pirámide del Sol. Hincó las rodillas de su cuerpo y de su alma y siguió hablándole así a Dios Padre: “Los aztecas, raza noble, no te conocían porque todavía no llegaban los Padres Franciscanos. Te ofrezco un Padre Nuestro por los aztecas y sus descendientes, para que los salves y los lleves al cielo.” Luego bajó de la Pirámide del Sol y, gozando de la presencia de Dios, caminó por la Avenida de los Muertos hasta subir a la cima de la Pirámide de la Luna. Se hincó y suspiró a la Reina del Cielo: “María, ...Virgen María, los aztecas no te conocían porque no habían llegado todavía los Padres Franciscanos. En su inocencia, en su ignorancia, te llamaban Luna. Te ofrezco la Salve por los descendientes de los aztecas, para que hasta el fin de los tiempos te honren.” De ahí caminó noche y día los 44 kilómetros al Tepeyac, para ofrecer en la Basílica la Santa Misa en honor a la Guadalupana, la Madre de todos los mexicanos.

De manera que, cuando en el año 1984 el Padre Pablo cayó en conciencia -por la palabra de sus superiores- que Dios deseaba la fundación de una nueva Orden Religiosa de personas contemplativas y misioneras, sabía en su alma: México es el lugar.


El 1 de agosto del año 2003, se festejaron en el Instituto de las Consagradas del Santísimo Salvador el día de San Alfonso María de Ligorio, así como las Bodas de Oro del Padre Pablo por los cincuenta años como sacerdote misionero, y veinticinco años al servicio del sacerdocio del Padre Roberto Coleman C.SS.S.